viernes, 9 de julio de 2010

El Silencio de los Sanfermines

Una cosa les quería contar:

La `memoria histórica´ de una vida se va cocinando en finas capas que sedimentan en nuestro recuerdo. Pequeños detalles, pequeños actos ligados a una persona, a un acontecimiento, a una fecha; las navidades en casa de la abuela, las noches de San Juan, las comidas de otoño con los amigotes, las reuniones en los partidos `decisivos´, el cumpleaños de los hijos...situaciones que tienen algo de ritual y que marcan un antes y un después en el calendario.


En verano, en pleno verano, justo en estas fechas, los encierros de los sanfermines son mi rito estival. Cada mañana, del siete al catorce de julio, me planto como un clavo delante de la televisión. Y nunca solo. Si no tengo a nadie cerca no los veo. Ha sido -es- mi hija la que desde muy pequeñita se ha enganchado conmigo al rito de los encierros. Diez minutos antes de las ocho la despierto mientras preparo las tostadas y el café. Cuando entonan el primer cántico estamos sentados en la mesa de la cocina. Segundo, tercer cántico, el aceite en las tostadas...pero algo no encaja este año.

-El comentarista, papá, ¡que nos lo han cambiado!

¡Eso es, Javier Solano no está! Falta algo en el protocolo. Sobretodo su silencio durante los tres minutos en que los toros están en las calles de Pamplona. Era un silencio denso que llenaba las carreras de toros y mozos, un silencio reverencial, casi religioso.


Pequeños detalles que cuando no están, quiebran el rito.


Feliz fin de semana.

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