Vuelvo de la calle y me ha parecido que era una mañana de sábado de gloria.
He palpado una cierta emoción contenida ante el gran milagro de la resurrección. Se espera en silencio a que reaparezca el orgullo de la victoria o la dignidad de una derrota combatida. Será el domingo,será un domingo de resurrección.
Estos sábados previos al milagro son como las jornadas de reflexión antes del día de las votaciones: melancólicas, distendidas y recogidas. Un trámite antes del gran día.
Una apuesta conmigo mismo: el recogimiento y la reflexión terminará esta misma tarde, con las primeras copas. Y sigo: la fiesta seguirá mañana, con la copa del mundo. Y más: todo acabará el lunes, con la dura realidad.
Feliz victoria. Disfrútenla.
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