jueves, 24 de febrero de 2011

¡Esas canciones canallas!

Mientras Thomas le sirve al inspector su enésimo primer wisky coincidiendo con el final de su historia, "Perfidia", canción canalla, agoniza en la gramola. Con el silencio de la música la voz de los hombres se convierte en un susurro. El Búho Bizco está prácticamente vacío y cualquier palabra adquiere un brío indiscreto.

-Vaya careto tiene hoy el inspector, ¿no, Lola?
-Mal de amores, Jota. Tú de eso no entiendes
-¿No?
-¡¿Sí?!
-Ayyy...mon amour...¡si yo te contara, Lola mía...!
-Cambio gin-tonic por  historia de amores
-¡Quita, Lola, quita!. Bueno, el gintonic sí, ponlo; pero para historias, la del inspector. La verdad es que parte de la culpa es de Thomas...¡anda que la musiquita que le ha colocado!

Mientras Lola prepara la copa, Jota se acerca hasta la gramola y repasa los títulos. Una leve sonrisa de satisfacción y regresa a la barra. En una servilleta de papel anota B12 y junto a una moneda lo arrastra hasta el borde de la barra donde está apoyada la camarera.

-Las cosas según se digan, Lola. Hay canciones más dolorosas que un abandono; canciones tan cabronas que ahondan en la pena; canciones que le echan sal a la herida. Pero no todas. Llégate hasta la gramola y dale caña a esto antes de que se marche el inspector.

Jota señala la servilleta mientras mira fijamente a los ojos de Lola. Ella lo mira en silencio, durante unos segundos mantienen sus miradas.

-¿Me notas algo, Jota? 



lunes, 21 de febrero de 2011

Las bisagras del Búho Bizco

Dejé caer el cigarro y lo aplasté con rabia. Hay que joderse -me dije- ni que esto fuera una catedral. "Esto" es el Búho Bizco, la taberna con pesadas puertas de madera apenas sostenidas por unas oxidadas bisagras que gimen cuando un nuevo parroquiano las abre. A mi me gusta, cada vez que empujo la puerta, greeee...greeee, tengo asegurada la expectación de los ociosos clientes del Búho. Son mis quince segundos de gloria. Pero ayer no, ayer entré, salí y volví a entrar sin que nadie se girara. Se habían formado cuatro corros de desocupados; dos en las mesas, uno al principio de la barra y otro en medio del local que murmuraban  mientras dirigían disimuladas miradas al final de la barra, la parte oscura, donde Thomas, inclinado desde el interior de la barra, cuchicheaba con un tipo al que no podía distinguir. Busqué a Lola con la mirada. Estaba en el centro de la barra, sonrisa en los labios y brillo en los ojos. 

-¿Qué pasa hoy aquí, Lola?
-El que está en la penumbra hablando con Thomas es el inspector
-¿Gracia?
-Sí, y ya sabes, con lo de los asesinatos...
-¿Qué asesinatos?
-¿Dónde has estado metido, Jota, no te has enterado de los crímenes, del enano y el botón rojo?
-¿De qué hablas, Lola? Vengo de Italia, viaje de trabajo, y todo esto me coge de nuevas.

Me puso al día mientras me servía un gintonic. En realidad -concluyó- todo son especulaciones, porque el inspector solo habla con Thomas, y ya conoces al jefe: no suelta prenda.

 Lola, eso me gustaba pensar, estaba más interesada en mis historias:
-Pero bueno, Jota, ¿y qué hacías tú en Italia?
-Trabajo. Lola, trabajo. En realidad una bobada, pero la cosa no está para dejar pasar un encargo. El trabajo está muy malo, Lola. Los ministerios recortan cada día más, apenas tienen presupuesto para espiar, y menos para contratarnos a nosotros, a los espías privados.
-¿Por qué no te dedicas a perseguir a mujeres infieles, a empleados que se escaquean del curro o a puteros, por qué no trabajas de detective privado?
-Soy espía, no detective, Lola. He trabajado para todos los gobiernos de este país desde hace treinta años. Hasta que me han echado, bueno, ellos dicen que han exteriorizado los servios de espionaje por recortes presupuestarios.  Soy un espía autónomo, Lola. Yo vigilo gobiernos, bandas terroristas y grupos de presión, no a mujeres despechadas o a hombres astados.
-¿Y qué espiabas en Italia?
-No puedo hablar de mis misiones, Lola. Pero bueno, este caso ha sido una perdida de tiempo. Se lo dije al Ministro plenipotenciario: mire, ministro, le puedo pasar ya el informe, sin ir a Italia, sin investigar. Parece que no conoce usted a los políticos españoles, ministro. Y efectivamente, Lola, no hay indicios de que alguien del Gobierno patrio esté metido en las fiestas de Berlusconi. No, las correrías del italiano no van a salpicar a los españoles.
-Ya, ¿y cómo sabes eso antes de investigar?.
-A los españoles nos corrompen por el bolsillo. Los asuntos de bragueta los resolvemos en privado. Dudo mucho que un ministro se deje llevar por una sobrina fantasma de algún sátrapa africano. No nos dejamos embaucar tan fácilmente

Lola me miró, sonrió y me cambió el gintonic viejo por otro fresco.
-Dime, Jota -arrastraba las palabras, las ralentizaba, las dejaba reposar con un tono bajo y suave- ¿dónde está tu botón rojo?
-Confío que me lo regalen, Lola. Espero que me lo pongan despacio, con mimo; que elijan, por mi, dónde colocarlo y cómo sujetarlo.
-Jota, advierto cierto acento italiano..
-Ya sabes, soy de letras...estudié latín.

-¡¡Jota!!  -mi nombre resonó con fuerza y me devolvió la mundo real, era la voz del inspector
-Inspector, un honor saludarle
-Permita que le regale un botón rojo, tan de moda últimamente...




El sonido de los goznes, greeee...greeee, interrumpieron al inspector. Nos volvimos. Nada, espera, sí; bajamos la vista y vimos la pequeña figura de lo que parecía un niño corriendo como si le persiguiera el diablo...



miércoles, 16 de febrero de 2011

14 de febrero gatuno

Ayer, 15 de febrero, mantuve una conversación con mi gato Naco. El tema era anteayer, 14 de febrero. Por su falta de interés lo reproduzco en la página principal. 



-Ayer fue 14 de febrero, jefe.
-Ya
-El día de los enamorados.
-Ya
-Qué raros son los humanos, jefe. Establecen un día para enamorarse. Lo nuestro es más de verdad; simplemente respondemos a la llamada de la naturaleza. Sin disfraces.
-Sois animales, Naco
-Lo sabemos y lo tenemos asumido, jefe. Esa es al diferencia.
-No tenéis sentimientos
-Tenemos sentidos
-Instinto, quieres decir
-Ya ve, va a ser verdad que somos iguales, jefe


Y ahora unas conclusiones que poco tiene que ver con esto:
1º.- Sentimos placer al comer. Astuta argucia de la naturaleza para que repongamos energías.
2º.- Para que la especie no se extinga, la naturaleza, sabia ella, nos regala gozosas sensaciones para cumplir con la tarea  de repoblar el planeta.
3º.-Ante la evidente debilidad de los humanos ha surgido un sentimiento, amor lo llaman, para velar sin pena los unos de los otros
4º.-Igual a todo esto se le puede llamar instinto de conservación

 Una pregunta:
¿Por qué se ha olvidado la naturaleza de proveernos de un mecanismo para sentir placer con el trabajo?

-Que no se entera, jefe. El trabajo es una maldición bíblica. 
-¿Y la falta de trabajo, qué es, Naco?
-Vale, jefe, eso es una putada.

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martes, 15 de febrero de 2011

La Esfinge de Giza no usa bufanda

No recuerdo ninguna revolución fechada en invierno. La cubana tal vez, aunque lo cierto es que la cosa venia de antiguo. Y la rusa, que en octubre ya es invierno por allí. Pero las bonitas, las revoluciones que llevan el sol como estandarte, son en primavera -París en mayo del 69, Praga en su propia primavera- o en verano -otra vez Francia, el 14 de julio; USA, pongamos el 4 de julio; Inglaterra no lo sé y me da pereza buscarlo, pero no creo que hiciera mucho frío, aunque los ingleses, ya se sabe, son de raros que hasta conducen por el otro lado- Nunca, nadie en sus cabales diseñaría una revolución entre el fango, la lluvia, el frío y la nieve. ¡Vaya fotos feas para los libros de historia!

Tras esta profunda reflexión, ya entenderán ustedes la razón del paréntesis primaveral que hemos disfrutado estos días: la revolución de Egipto.  Nadie se tomaría en serio una revolución en el desierto con la esfinge con bufanda o las pirámides nevadas. Es la lógica de la historia; y de la geografía.  


El frío malaleche que no rodea y que nos mira amenazante es la evidencia de que las revoluciones se han tomado un respiro. Por lo menos hasta San José. A no ser, claro, y en ello estamos, que otra dictadura tropiece y retorne la primavera.

Así sea.

PD.- Cualquier revolución que recuerden, ocurrida en invierno, no lo duden, es una excepción; si no a la práctica , sí a la lógica.

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viernes, 11 de febrero de 2011

El plan de Goran

Thomas Garrafón, dueño del Búho Bizco, se ha puesto al día con la prohibición y ha concentrado a los fumadores bajo una carpa callejera -territorio libre para humos, lo llama-  donde los disidentes podemos pasar frío con cierta dignidad. Lola, camarera del Búho y fumadora ocasional -fuma cuando tiene ocasión-, se ha ofrecido voluntaria para el servicio clandestino de copas en el Territorio Libre Para Humos.

-Lola, mira, me vas a traer un café con leche calentito, a ver si entro en calor.
-Vamos, Jota, ¿semos o no semos fumadores disidentes? Para tu bien te voy a traer un gintonic fresquito.
-Que sea un chupito de Jack Daniel´s ...espera, que sean dos.

Enfundado en su abrigo tobillero, llega Goran a la terraza.

-Si no fuera porque mi trabajo me lo exige, dejaría de fumar, Don Jota.
-¡Cuánto tiempo, Goran!, ¿cómo te va?
-Regular, Don Jota, regular. Me había sumado a la rebelión marbellí, pero ya ve usted lo que han hecho con el asador, lo han cerrado. Por eso vengo.
-¿Te has dado a la fuga?
-No, no es eso, es que quiero comentarle el nuevo giro que le quiero dar al negocio. Voy a hacer algo grande.
-¡Grande!
-Sí, grande. Ya estoy cansado de ser un mafioso de medio pelo, un quiero y no puedo; así que nada, voy a crecer.
-¡A crecer!
-Sí, Don Jota, a crecer, a ser un mafioso como Dios manda: con sus conexiones políticas, con su banda de extorsionadores, con su red de prostitución, con sus canales de distribución de droga. Voy a montar dos o tres comandos para secuestrar y, si llega el caso, darle al gatillo.
-Tú estás loco, amigo mio. Eso no lo puedes hacer, es de una maldad que te supera. Y, la verdad, no está bien, hace daño
-¿Semos o no semos, Don Jota? Tengo que evolucionar, avanzar en la profesión.
-Ya, pero está la otra parte, Goran. Imagina que te pillan, y te pillarán, se te ha caído el pelo.
-Lo tengo todo pensado, Don Jota. Mis acciones se harán a cara descubierta, para que sepan que he sido yo, y hasta dejaré una tarjeta de presentación: "Goran el Malo"
-¿Eh?
-Claro, si es que usted no piensa. Cuando ya esté forrado de euros daré una rueda de prensa y presentaré mi nuevo proyecto empresarial: "Jardines mixtos para la infancia y la tercera edad". Un pelotazo de bondad. Contaré al mundo mundial que estoy arrepentido de mi época malvada, que abjuro de las prácticas mafiosas y que seré bueno dentro del sistema impositivo.
-¿Y qué crees que vas a conseguir con eso?
-Todavía no lo sé, Don Jota, estoy esperando saber cómo acaba lo de los mafiosos de la capucha, los mataniños que prometen ser buenos. Si con ellos pelillos a la mar, ¿por qué no conmigo?


¡Qué jodio! -cavilo mientras inicio el ritual para encender un puro- ¿qué se habrá creído que es éste país?

-Una extravagancia, Jota, este país es una extravagancia. Te lo dice la Lola. Y no pienses en voz alta.

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jueves, 10 de febrero de 2011

La Luna, un premio

Sheol, lugar donde se guardan indiscriminadamente las almas buenas y malas, es el nombre que ha adoptado un generoso bloguero que ha tenido a bien mencionarme en el reparto de unos premios. Premios Luna. Acudo presuroso a ver el premio y conocer las bases para su aceptación...¡ay que hay trampa! Y no de Sheol, narrador de cuentos con el alma blanca, sino de la vida misma. He de "compartir siete cosas sobre mi" Me han pillado. ¡Quién conoce siete cosas sobre uno mismo! 


Reflexiono, paseo mi neurona de acá para allá. Nada. Repaso fotografías nuevas y antiguas, releo entradas de mi blog, analizo los "favoritos" de mi ordenador por si me da una pista, abro el Spotify para ver qué música tengo seleccionada. Nada, no consigo sacar una conclusión. Mejor preguntar a alguien que me conoce: 

-Mamá, si le tuvieras que explicar a una vecina cómo soy, ¿qué le dirías?
-Ay mi vida, qué cosas tienes Pues lo que suelo decir a todo el mundo: que mi niño es muy buena gente.

Nada, opinión interesada. No me sirve. Y prefiero no ahondar en la opinión materna, porque como es bien sabido, cuando se dice de alguien que es"buena gente" en realidad se está describiendo a un tipo indiferente, un ni fu ni fa que no hace daño a nadie; ni siquiera hace daño.  Esto me exaspera. 

En realidad me gustaría ser un extravagante, un personaje del que se hablase en la cola del autobús y en las peluquerías; alguien que a su paso provocara constantemente un  "mira, es él". Pero, ¡quia!, solo soy un individuo a quien le gusta el vino y las mujeres; que fuma, va  a los toros y se toma un gintonic cuando está a gusto con un amigo. No paso de ser un alguien a quien un alcalde de su pueblo le ofreció un puesto en las listas y le respondió que sí, pero si me cedía su puesto. Ahí acabó mi carrera política. Tan poca cosa soy que me llevo bien con todo el mundo menos con los hijoputas, cedo el paso a las señoras y le hablo de usted a los profesores de mi hija. Mi mayor excentricidad, pensaba yo que es tener un gato que habla, pero he comprobado que el traidor le habla a todo el mundo. Desagradecido. 

En fin, alguien que prefiere el sol a las nubes, la luna llena a las estrellas lejanas, la risa al llanto, el cine americano al francés, el blanco al negro, la carne al pescado, el  mar al monte, Cádiz a Estocolmo, la Niña Pastori a Extremoduro...alguien así...oye, no sé, igual es una rareza.

Gracias, Sheol. 


lunes, 7 de febrero de 2011

Adelanto primaveral y los Ojos de la española

¡Toma ya, invierno!

Te quedas sin fríos. Has bajado la guardia y mírate, estás en nada: sin fechas, sin hielos y sin amigos.  Me encantan estas traiciones al calendario. Es lo que le vendemos a los guiris, a los potentes teutones que nos manda la rigurosa RoterMerkel: un febrero en chanclas. Y ellos, alemanes míos, se mueren por lucir sus calcetines blancos con las sandalias veraniegas.

En estas estaba cuando se me cruza un comentario sobre otro mio a un post de J.A. del Pozo, fino fino bloguero.  La cosa es que mi amigo del Pozo ha descubierto a la niña de Rajoy escondida en el frondoso follaje de las TeDeTés. Allí está ella, cara a cara con Don Mariano, mirándolo de largo, serena y confiada. Y allí está él, turbado, desconcertado y enmudecido; y todo, según mi amigo bloguero, por la inquietante, dulce y firme mirada de la joven. O por sus ojos.

Aquí está la almendra de la cosa: que me pide Don José Antonio un informe sobre sus ojos, los de la muchacha. Que tú de eso entiendes, me dice para animarme. Y por no decir que no, a pesar de no entender de las mujeres ni su mirar, le pido asesoramiento a mi gato Naco, experto, eso creo, en miradas felinas.

Naco mira, analiza y expone: 
Mire jefe, entiendo más de ojos de gata que de mirar de damas, pero observe: son ojos hermosos, cual corresponde a la juventud; profundos, como deben de ser los ojos de la juventud inquieta; y melancólicos, puro reflejo de la juventud que, además de inquieta, es española. Española de hoy.


Dicho queda, amigo del Pozo. Si esto aclara el efecto que los ojos de la muchacha hicieron sobre la lectura de Don Mariano, es mérito del gato Naco. Si no satisface, mea culpa. Aun con todo,  no me negará, amigo mio, que el adelanto primaveral es como los ojos de la española.

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martes, 1 de febrero de 2011

Febrerito el corto

¡Cuánto te quiero, febrero!

Porque eres corto te quiero, y porque traes a marzo de la mano. Primavera. Y antes carnavales, y cuaresma, la puerta de la semanasanta. ¡Pero mira que eres soso! Si algo bueno tienes es que no pareces un mes. Un mediomés, si acaso.

Y como eres corto, acortas las noches; y como quieres aparentar, alargas lo días. Pero no te engañes febrerito, cada café mañanero es un brindis por tachar un día del mediomés, que si te miran no es porque te miren, es por mirar tu compaña, `pagafantas´, que eres un pagafantas . Tu  mayor mérito, ¡qué lástima!, es poner en suerte al invierno para su descabello, allá, por fallas. ¡Qué bien!

Anda, cruza rápido el calendario, échate a un lado y déjame ver los almendros en flor.


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