viernes, 28 de diciembre de 2012

Planes para Fin de Año

Es posible, solo posible, que la nochevieja de este año nos traiga una sorpresa. En la Puerta del Sol, cuando TVE quiera contarle a todas las Españas ¡qué viene qué viene! el 2013...el reloj-llave del cambio de año no esté.



Se lo cuento en confianza y con el ruego de que sean discretos: Goran, el mafioso albano-kosovar que se amistó con un servidor entre gintonic y gintonic, tiene un plan (mafioso, claro) para secuestrar el reloj de la Puerta del Sol y colocarlo en el frontispicio del Búho Bizco. Yo creo que es un exceso instalarlo en el exterior, por lo que le he rogado que lo meta en la taberna. Y si hay que ampliar, se amplia. 

Todavía no sé si Goran, solo o en coompañia de algún indignado despistado que continúe en Sol, nos conseguirá el reloj, pero lo que sí les puedo adelantar es que ayer vi a Margarita Ricchi en la boutique 'Lamujerfatal', famosa por sus vestidos de fiesta largos y entallados, preferentemente negros o rojos. Les confieso que esta noche no he podido pegar ojo. Los cerraba y veía a la Ricchi desvistiendo su brazo, cual Rita Hayworth, de un guante largo y sedoso. Poco a poco; lenta, sinuosamente, sonriendo... Van a ser, hasta la nochevieja, unos días muy duros. 



Se convierta la nochevieja en nochebuena o se quede en nochechoha, os deseo, y sabéis que lo digo de corazón, que en el 13 entre lo bueno y salga lo malo.

Suerte, amigos. ¡Feliz año!

sábado, 22 de diciembre de 2012

Aunque Margarita dijo sí, ha sido no


En el Búho Bizco todo estaba dispuesto para recibir la noche de Halloween. Todo menos yo. Y menos Margarita Ricchi. Charlábamos ambos en un rincón del local, ella me contaba lo poco que le gusta esta fiesta, y yo, para aliviarle el disgusto, le propuse salir a cenar a algún lugar sin disfraces. Para mi sorpresa, y después de un silencio protocolario, me dijo que le diera tiempo para retocarse y se levantó con un “tú espera aquí”. Ella salió, yo di instrucciones para la noche de muertos y vivos y esperé.

Zapatos de tacón de aguja, cloc-cloc, aporreando el parqué, falta negra de tubo y blusa de seda con generosa abertura delantera, melena al viento, carnosos labios rojos y ojos de gata. Don Ángel, el cura, apartó la vista de Margarita Ricchi y apuró de un trago la copita de anís del Mono. Clic-clic, de la gramola del Búho salió la voz de Joe Cocker interpretando You can leave your hat on mientras Margarita Ricchi, con ligero movimiento de caderas y pisada firme  caminaba hasta mi mesa sin apartar su mirada de mis ojos: “Cuando quieras, yo estoy lista”. ¡Y por todos los santos del Halloween que lo estaba! Le ofrecí mi brazo y le susurré que cenaríamos en el “Melasmetiohastaelfondo”, restaurante de un amigo que ha hecho fortuna gracias a su merecida fama de caro nivel ‘asaltacaminos’. La comida no está mal si no cometes la vulgaridad de aplicar el criterio calidad-precio, en cuyo caso lo más sabroso de la noche será comprobar si la VISA le mantiene el pulso a la factura. ¡Pero qué coño!, me dije, un día es una día, y quién sabe si también una noche. Hice una par de llamadas: a mi amigo para reservar mesa, “sin compasión”, le dije. Y otra llamada a Visa, “que si podrían ustedes fraccionarme el cobro de la tarjeta…”



Te cuento todo esto, querida Lola, para que entiendas lo bajas que estaban mis defensas. Si a la escena le añades una botella de Pingus y un par de Macallan comprenderás que creyera a pies juntillas las palabras de la Ricchi: “Sí, Jota, créete lo de los mayas y su fin del mundo para  el veintiuno de diciembre. Lo sé de buena tinta” Entenderás entonces, Lola, que allí mismo, en el “Melasmetiohastaelfonfo”, y como si de un aquelarre se tratara, quemara los décimos de la lotería de Navidad, un recibo de pago de actividades diversas que ahora me reclama Hacienda y que hasta abandonara mi blog. Me lo creí, creí que era la última cena con la Ricchi, creí que era el final de los recortes de Mariano y el de los aburridos delirios de Mas. Estaba convencido de que no tenía que preocuparme del recibo de la luz ni de tu nómina, Lola. Me despreocupé de los regalos de navidad y de comenzar a leer nuevos libros. Hasta tal punto estaba obnubilado que llamé a mi ‘ex’ para asumir toda la culpa y que muriera en paz. Borré los contactos de mi agenda y llevé a Caritas los vales de consumición gratuita que tenía previstos para todo el año que viene. Incluso intenté confesarme con D. Angel, pero olvide mis pecados…y todo para nada. Aquí estamos, Lola, sin morirnos ni un poquito.

-Jota, de verdad, hay meses que estás gilipollas.

lunes, 29 de octubre de 2012

Vale, lo que tú digas...

Solo he tenido dos números de móvil. El primero fue un mobiline o como se llamaran aquellos primeros ladrillos analógicos. Poco tiempo después entré en la modernidad digital de la mano de Airtel. Dos números, no más. Esta circunstancia, no sé si habitual o extraordinaria, me coloca en una privilegiada posición moral para murmurar por lo bajo un "...vale, lo que tú digas...". Me explico.



Fue el otro día, y no fue el primer caso, cuando me cruzo con un antiguo conocido. Me aborda: 

-¡Hombre,  Jota, cuánto tiempo! Llevo una vida queriendo llamarte, chico, pero no tengo tu nuevo número -callo, sonrío y espero que siga; reacción que el fulano no esperaba. Silencio denso. Por fin balbucea...-, no era nada, solo que me acuerdo de ti y me digo, este hombre, qué será de él. Con todo lo que hemos vivido juntos, ¿verdad?

Lo curioso es que el tipo no quiere nada, le hubiera bastado con un afectuoso saludo y las protocolaria pregunta de "¿cómo te va?". Aguanto durante unos segundos el silencio y su mirada, me ajusto media sonrisa de circunstancias y saco mi móvil. Busco en la agenda su número, lo tengo. Marco y le suena el teléfono. Lo mira, tiene registrado mi nombre, me mira, permanece en silencio hasta que suelta un "¡coño, pues no lo has cambido!, jo tío, tú siempre tan guasón. Chico, la cosa es que se me cayó el móvil al retrete y perdí toda la agenda, pero mira por dónde el tuyo lo tenía en una tarjeta de seguridad. ¡Oye, que ahí solo tengo los números Vips, no creas!" Mantengo el silencio y relajo el gesto hasta conseguir una media sonrisa gioconda que desarma al contrario. Confieso que yo estaba disfrutando como un patanegra. Fuerzo el silencio hasta que el otro revienta:

-Bueno, cuéntame cómo te va, ¿sigues con el negocio del espionaje privado? Precisamente le comentaba a un amigo común si no estarías espiando a la Merkel, ¡qué, no me digas que he acertado...! -y el cabrón soltó una carcajada más falsa que la promesa de un político.

Sin desdibujar mi media sonrisa gioconda y mordiéndome la lengua para no gritarle gilipollas, saco una tarjeta de visita del Búho Bizco y se la doy en silencio. El tío la coge, la mira, le da la vuelta y en medio de un resoplido exclama un ¡joder tío, es verdad!, mira que me lo habían dicho: que el Jota se ha quedado con el Búho, pero la puta casualidad de que cada vez que voy a verte no estás...

Le doy un golpecito en el hombro y susurro un "...vale, lo que tú digas...""


martes, 16 de octubre de 2012

Volverá


-¿Tu crees que el sol está enfadado conmigo?
-Si has hecho algo que le enoje, seguro. ¿Has hecho algo malo?
-He hecho cosas, pero no sé si son malas para el sol
-Claro, es que esa es otra, ¿qué irrita al sol?
-No lo sé. La verdad es que nunca hemos hablado
-¿Y por qué piensas que el sol está molesto contigo?
-Por su actitud. Lo noto más frío, y cada día está menos tiempo conmigo, como más distaante
-Sí, eso da que pensar.
-Entonces, qué crees que debo de hacer, ¿le pido perdón?
-¿Perdón por qué, has hecho malo?
-Ves, ese es otro problema, ahora tengo que cometer una fechoría para que hable conmigo.

-Margarita, de verdad, te lo digo como amiga: deja los Martinis Hemingwy y pásate al té negro.
-¿Tu crees que si bebo té negro el sol estará más tiempo y menos frío conmigo, Lola?
Tic-tac, tic-tac, tic-tac...(diez minutos de silencio)

-Hola, chicas. Estaba investigando por qué el sol está tan borde y me ha sonado el móvil. Era Él, me ha preguntado si soy el inspector Gracia, y cuando le he respondido que sí me ha dado un mensaje para ti, Margarita: "Dile a la Ricchi que estoy cumpliendo una misión y que volveré a ser el de siempre en unos meses"
-Gracias inspector, ya sabía yo que no me iba a abandonar...Esperaré
Y sonó la gramola en el Búho Bizco


sábado, 29 de septiembre de 2012

Veranoadictos versus otoño

Esto del otoño es una jodienda. Y perdón a los partidarios, que parecen ser mayoría. Pero qué quieren, el titulo del blog es por algo: Al Sol. Y a poder ser, 40º a la sombra. Es mi cruz. Y aún me queda el largo, oscuro y frío invierno. ¡Viva Ecuador costa!

Somos muchos los que, incluso en plena riada de melancolía otoñal, preferimos lo calores estivales a los primeros tembleques otoñales. ¡Pero pocos nos atrevemos a confesar! Los veranoadictos, en su mayoría, callan y ocultan su pasión por el verano como los madridistas esconden sus colores en las Ramblas de Barcelona. Pero siempre nos quedará el Búho Bizco, esa reserva humana de valientes hinchas veraniegos que han hecho de los `40º a la sombra´ su lema, su orgulloso blasón. El motivo de su existencia.

La semana pasada, me cuenta Lola, se organizó una fiesta-homenaje en el Búho Bizco para despedir el verano 2012. Todos los parroquianos, de riguroso luto y con cara de circunstancias, bebían mojitos calientes o gintonics sin gas. Los fumadores, metidos en ambiente, salían a la calle a fumar arropados con guantes y bufandas de lana azul marino. La gramola, con las ventanas humedecidas por la emoción, solo permitía seleccionar fados portugueses y cantautores de los 70 como Paco Ibañez o Lluis Llach. Todo precioso. El abatimiento se palpaba en los rostros de la buena gente del Búho. Es uno de esos momentos en la vida en los que te quieres saltar todos los protocolos y abrazar entre sollozos a tus parroquainos del alma. Así me lo contó Lola, la joven camarera del Búho, y  por todos los soles de todos los veranos que llevo vividos les juro que esperaba el abrazo de la joven Lola como agua de mayo para poder sobrellevar con dignidad tanto desasosiego y turbación. Pero no, justo ene se momento la gramola, ¡canalla!, comenzó a vomitar las notas de a galopar a galopar hasta enterrarlos en el mar...


La puerta de doble hoja del Búho Bizco se abrió sola, formó un pasillo con las dos hojas y se inclinó ante su presencia. Ella entró, toc-toc, clavando el tacón de aguja en el piso de madera del Búho. Vestido negro, entallado, falda de tubo por debajo de la rodilla, medias negras, zapatos salón con tacón de aguja, en la cabeza un tocado con rejilla a la altura de los ojos que no le impide lucir una melena negra casi salvaje, un cigarro humeante entre los dedos, media sonrisa regalada, ojos negros que recorren otros ojos, caminar lento y firme...

 Entró Margarita Ricchi al Búho Bizco y el otoño cambió de rostro.



domingo, 23 de septiembre de 2012

Perded toda esperanza...


La inscripción en la puerta del Infierno




Antes de mí ninguna cosa fue creada
sólo las eternas, y yo eternamente duro:
¡Perded toda esperanza los que entráis!»


Estas palabras de oscuro tono
vi escritas en el dintel de una puerta:
Y dije: Maestro, me es duro el sentido.



Fragmento de la Divina Comedia. 
El Infierno: Canto III
Dante Alghieri


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Mientras busco un número de teléfono en la agenda del móvil, se cuela, de pronto, sin esperarlo, un nombre en la pantalla. Suelto el botón que ordena la búsqueda y leo el nombre una y otra vez. Ahora solo lo miro, lo miro en silencio, con las entrañas encogidas. Pasan los segundos sin atreverme a dar la orden. Dos minutos eternos con la memoria en ebullición y la mirada clavada en el nombre. Hablo conmigo: ¡bórralo!; sí, es lo lógico -me respondo-, lo suyo es que lo borre. Le doy a "opciones" y desplazo la pantalla hasta que aparece "Borrar contacto". Lo siguiente es "seleccionar" la opción. Dudo. Mi dedo pulgar acaricia el botón. ¡Ufff!, habrá que hacerlo. Presiono convencido de que desaparecerá la entrada. Pero el móvil, hijoputa, me pregunta si estoy seguro de que quiero eliminar el contacto. En pantalla, un "sí" y un "no". Paseo mi pulgar de una respuesta a otra. Una vez y otra, y otra. Cierro los ojos y aprieto el sí. Ya es definitivo. Es ahora, justo ahora, cuando eres consciente de que la ausencia es definitiva. Para siempre. Sin esperanza de que vuelva. "Perded toda esperanza...". Miras la pantalla del teléfono y, aun sabiendo que ya no está, buscas el nombre en al agenda. Confirmado, ha sido eliminado. Eternamente. "Me es duro el sentido"

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Lo terrorífico no es el lugar, es el tiempo. Dante, en la puerta del infierno, no detalla los sufrimientos que esperan a los que crucen la entrada; es más cruel, les dice que pierdan la esperanza de salir. Entrarás y sufrirás sin esperanza de escapar. Sin esperanza, para la eternidad, como eliminar del móvil a alguien que se ha marchado.Irrecuperable, para siempre, duro el sentido...   

jueves, 20 de septiembre de 2012

Veinte minutos de una tarde de domingo

Domingo, siete y media de la tarde.

¡¡¡Ring-,ring, ring-ring!!! Miro la pantalla del móvil. No conozco el número. ¡Sí, dígame! Al otro lado del teléfono me saluda una voz femenina: soy María, la mujer de Gutiérrez (nombres supuestos), he encontrado tu número en su agenda. Su voz es entrecortada, casi imperceptible. Me cuesta procesar el mensaje.

Gutiérrez es un viejo amigo. De los tiempos de la Universidad. Junto con un tercero, pongamos García, nos solemos reunir cada cierto tiempo  para comer y charlar. Ya les hablé de ellos. El último contacto que tuve con Gutiérrez fue en primavera, le mandé un email: "Correo de verificación. Si estás bien devuélvemelo con un saluda." Su respuesta: "¿Quedamos para comer?" Cumpliendo el protocolo que tenemos establecido para estos casos, me pongo en contacto con García para fijar fecha: antes de que acabe junio, me asegura. Y pasó julio y pasó agosto sin casar agendas. Hasta el domingo a las siete y media de la tarde.


Gutiérrez está muy mal, me dice Maria, su mujer, por teléfono. Silencio. Apenas conozco a Maria, pero ella sabe que somos amigos, incluso amigotes. ¿Donde está, lo puedo visitar? Su respuesta es como un puñetazo en la boca del estomago: mañana mejor que pasado, en el hospital. Le pregunto si ha hablado con García, el otro amigote. Lo quiero llamar ahora, contesta. No te preocupes, yo me encargo, le digo en un intento por descargarla de liturgias. Me despido y marco el móvil de García. Desconectado, ¡él, que nunca apaga el móvil! Llamo a su casa y se pone su mujer, la saludo y pregunto por mi amigo. Con voz contenida me dice que no está. Silencio de nuevo. ¡Joder, no puede ser!, pienso. Finalmente rompe el silencio: está hospitalizado. Me toca mover ficha y no sé qué decir. ¿Qué le pasa?, pregunto al fin con un hilo de voz. Ella calla, lo medita en medio de un sonoro silencio. Un cúmulo de mala suerte, contesta. Y antes de que me lo preguntes -aclara- no permiten visitas, sólo la mía, y no todos los días; quizá en unas semanas. Le cuento el motivo de mi llamada. Otra vez silencio. Miro el reloj, las ocho menos diez. Han pasado veinte minutos de una tarde de domingo, sólo. En realidad han corrido treinta años por el teléfono.

Lunes por la mañana, junto a la cama de Gutiérrez. Le cojo la mano, la aprieto. Él me ofrece la mejilla y yo bromeo: ¡qué no beso a tíos con barba, chaval! Hoy, sí -me susurra- porque hoy es el último día que nos vamos a ver.

Me voy. En el mostrador de información del hospital hay un periódico. Lo cojo mecánicamente, supongo que lo robo. Lo abro al azar: dos páginas de Bolinaga. Fiscales, forenses, políticos, periodistas y analistas de toda condición debaten si el terrorista debe estar en prisión o en su casa, si le queda un año de vida o seis meses, cuál es su peso y cuáles son sus constantes vitales. Me dan arcadas. Arrugo el periódico y lo tiro con desprecio. ¡Dos páginas hablando de la salud de un asesino, de un tío que ha matado; y ni una misera linea de un hombretón que le ha pedido un beso de despedida a un amigo!

¡Qué gran país éste para emigrar!



lunes, 3 de septiembre de 2012

Fiestas en el Barrio Búho

A ver, ¿estamos todos? ¡Paso lista!:

Tú, tú y tú. También tú, y tú. Sí, y tú y...eh, ah, aaaah...que estabas en el baño. Vale, estás. Así por encima creo que estamos . Tú mismo, cierra la puerta. ¿Qué, quién?, ah, el inspector Gracia; sí, ya sé que falta, está de vacaciones en Tenerife, lo he visto en el feisbuc. ¡Cierra la puerta de una puñetera vez! (ya, ya sé que los modernos dicen `puta´ en lugar de esa ñoñeria de `puñetera´. Pruebo: ¡cierra la puerta de una puta vez!. Sí, mucho más contundente, ¡dónde va a parar!). Lola, coge cinco duros del bote antiguo y dale caña a la puta gramola. (sí, creo que tienes razón, no se puede abusar de los tacos. Han de sonar naturales y espontáneos. Hagamos como que no lo hemos oído) 


Damas, caballeros, El Búho Bizco, como cada año desde que el año es año, se engalana para la celebración de las entrañables fiestas del barrio. ¡Viva el Barrio Búho y sus fiestas patronales!


-Pues no lo sé, Margarita, no sé quién es el santo patrón del barrio, imagino que San Búho Mirón o alguien así, ¡vete tú a saber! Mira, lo importante es quedar bien con el concejal de fiestas para que nos subvencione los arreglos florales, las guirnaldas y la cuota de este mes del SGAE  -Mientras hablo con Margarita Ricchi, observo de reojo a Goran acercándose hasta el extremo de la barra donde estamos conspirando.

- D. Jota, dígame una cosa -cuando Goran, el exmafioso albanokosovar, me dice serio "dígame una cosa", presiento que es una encerrona- ¿saben si hay un concejal de empleo como lo hay de fiestas?

-Ni puta idea (joder, tengo que dejar la mierda esta de los tacos) ¿Por qué?

-En todos los barrios de todos los pueblo que he visitado, hago la misma pregunta. Y todos me responden lo mismo: no saben si tienen concejal de trabajo; y si lo saben, no conocen quién es. El de fiestas lo conoce `tóDios´

-¿Y?

-Me parece que conocer al concejal de la fiesta y no saber quién es el del trabajo dice mucho de ustedes como país. Creo yo, D. Jota. Y perdón por la osadia.

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miércoles, 18 de julio de 2012

La terapia del olvido

Leo esta noticia  y me pregunto que para qué. 

Confieso que la manipulación de los dispositivos que traemos de serie me pone nervioso, me da un no sé qué. Que las cosas para lo que son. No sé, digo yo. Pero pensando pensando y echando mano de la memoria, caigo en la cuenta de que hay artilugios que aun usados conforme al manual tienen unos resultados pavorosos. Pongo un caso:  la democracia, las urnas, el derecho al voto y las jornadas de reflexión, sobretodo las jornadas de reflexión. Pues hay casos en los que se cubren todas las fases de la liturgia y va y te sale un Hitler. Por eso digo yo, por eso y por decir algo, que la manipulación más peligrosa es la de las intenciones.

Voy al tema: Alterar la memoria borrando determinados episodios de nuestras vidas tiene aplicaciones terapéuticas, dicen o me ha parecido entender que dicen. Borrar de la memoria momentos dolorosos, eliminar de nuestro disco duro imágenes envueltas en tragedia, ayuda a sobrevivir.


Puede ser. Para épocas de bonanza puede ser: tachamos los malos recuerdos y nos quedamos tan ricamente saboreando la paga doble de vacaciones. Es una aplicación.

Otra, la Aplicación B: desvanecemos los buenos recuerdos, aquellos en los que había paga doble por vacaciones o simplemente vacaciones. O trabajo del que `vacacionar´. Se trata de eliminar referencias de tiempos mejores, de evitar comparaciones que provoquen depresiones de las de encerrarse en el sótano con la luz apagada.

No lo duden, en los tiempos que sufrimos, la Aplicación B se la van a quitar de las manos si deciden comercializarla.


(Me han asaltado a la memoria momentos en los que me hubiera venido muy bien la Aplicación B. Con catorce o quince años, o con ambos, interno en un colegio en régimen de semiesclavitud, sufría unas angustias menopaúsicas recordando las vacaciones de Navidad o de Semana Santa que acababa de disfrutar. Miraba el reloj y me torturaba como un imbécil contándome a mí mismo que una semana atrás, justo a esta hora, estaba en el cine con...sí hombre, la rubita ésta...Pero mi memoria no era lo suficiente flaca, y si no recordaba el nombre, me acordaba del color del pelo. Y eso deprime. ¡Lo que hubiera dado por una dosis de Aplicación B!)

Pinchen aquí y conozcan el umbral de la decencia. La corrupción con franquicia. Cosas de Plinio



viernes, 13 de julio de 2012

Feliz Viernes 13




A los anglosajones les da cosa el viernes 13. Como a nosotros el martes 13. Viene a se lo mismo: supersticiones.

O no. 

Tal vez los collafóbicos, también conocidos como friggaatriscaidecafóbicostengan razón. 

¡Ojo a este dato!: la reunión del Consejo de Ministros se celebra los viernes.

Aun así: Feliz fin de semana de viernes 13. Y que los recortes nuestros de cada viernes les coja con todo hecho.


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miércoles, 11 de julio de 2012

¿De dónde son?


¿Ha sido dura la marcha?, pregunta la aguerrida periodista. Mucho -contesta un heroico minero-, con mucho calor y  muchos kilómetros.



Pero ya están en Madrid, en el rompeolas de todas las manis. Han entrado bajo bandera como Franco llegaba bajo palio. Pero es distinto; ellos, los mineros, luchan para dejarles a sus hijos un trabajo que pagaremos el resto de los españoles. Son leyenda. Son la mística obrera, el ariete de la revolución. Tiznados con las entrañas de la tierra, con los ojos tristes por la oscuridad de la mina, con el alma blanca para combatir la negritud de su trabajo...canta, Victor, tú sabes de qué va, te lo ha contado tu abuelo.


Los he visto por televisión, cómodamente sentado en el sofá de casa de mis padres y tomando una tarta que mi madre ha preparado por mi cumpleaños. Mi padre me acerca un gintonic: vamos, aunque sea miércoles,  también celebramos nuestro aniversario y tu madre quiere verte contento. Miro la pantalla de la tele: mineros, prejubilados, sindicalistas, políticos y artistas progres jaleados por un puñado de madrileños...me acuerdo de "Talleres García"; han cerrado, cinco a la calle, uno es mi primo, demasiado joven para jubilarse, demasiado viejo para reiniciarse. Lo sabemos la familia, los Garcia y los clientes de los García

-¿Qué te parece lo de los mineros, hijo?
- Lo de mi primo sí que es una putada, papá. Y nadie lo sabe.
-Son pocos, chaval, son pocos. Y no dan la estética revolucionaria.

Me fijo en las imágenes de televisión: banderas regionales y banderas viejas de un siglo pasado. Ninguna Nación.

-Mira las banderas, papá. 
-Sí, a mi también se me antojan lejanos. Extraños. ¿De dónde crees tú que son?
-Del país de las maravillas, quizá.

Plinio

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jueves, 5 de julio de 2012

Nos observan (otra vez)

El 15 de junio de 2010, con ocasión de los mundiales de fútbol, escribí el siguiente post. Ni quito ni pongo. Aún está vigente, creo.





Hace dos años:

Nos observan.

Pulsan nuestro desmedido ardor patriótico durante los partidos de fútbol del Mundial. Toman nota de las banderas nacionales ondeando al viento. Sonríen satisfechos al comprobar las ovaciones cerradas que le ofrecemos a nuestros ídolos y al escuchar nuestros gritos de júbilo. Fotografían nuestros rostros pintados con los colores nacionales y nuestras camisetas imitando a los jugadores.

Anotan en su agenda: Les gusta el camuflaje, los uniformes y los símbolos guerreros. Se enardecen con facilidad y siguen a los lideres. Aptos para la guerra.


¡Alemania, temblad, vamos a por vosotros!




En la actualidad:
Aclaro: la referencia a Alemania no me la inspiró la Merkel. En los Mundiales de Sudáfrica nos encontramos con Alemania en las semifinales. Les ganamos. ¿Se están vengando?

viernes, 29 de junio de 2012

La buena obra de la noche

(Basado en hechos reales)

Sucedió hace años, en días de grana y oro. Un jueves de primavera, Sevilla

Un puñado de colegas de oficio y competidores en el trabajo, coincidimos en el mismo hotel en Sevilla. Jueves noche, la calma que anuncia la tempestad de un fin de semana de duro trabajo. Sin ninguna casualidad nos vamos encontrando en la cafetería del hotel. Un café, una Vichy y nada de alcohol. Somos veteranos de muchas guerras perdidas. Ya que estamos aquí -y comienza el ritual- podíamos salir a tomar unas tapitas y una copita. Se me acerca uno de los colegas, compañero en mil batallas, confidente de lo inconfesable, amigo de risas y lágrimas y me susurra que tiene una cita a las doce. Sin problemas, amigo, tomamos unas cañas y a volar. Le paso el parte a la peña: caballeros, no tenemos tiempo para mucho protocolo, de manera que propongo que vayamos a lo del pulpo, a lo del jamón y terminemos en el albero de los montaditos. Es por nuestro amigo Lobo Solitario, ha quedado.

Vítores y aplausos. Y como un solo hombre, nos pusimos a la faena. Pulpo por aquí, jamón por allá, otra vez jamón por acuallá, montaditos, papas aliñas, tortitas de camarones, cervezas, pescadito, un vinito, unas risas...y las doce. Oye, Javi, que me voy, mira qué hora es. Sí, ya veo, las doce, y qué, ¿acaso has quedado con un cliente? Mi amigo no entiende de preguntas retoricas y me responde al punto: bueno, ya sabes que no, sabes que he quedado con una muchacha de Los Remedios, y oye, ya que se ha acercado hasta el centro... Cucha picha -la manzanilla me proporciona un don de lenguas envidiable- no conozco a ninguna muchacha de los Remedios que sea puntual. Apuesto un gintonic a que no llega antes de la una. Me mira, me pregunta: ¿conoces a alguna muchacha de los Remedios? Lo tomé como una pregunta retorica y cambie de tercio: vale tío, desaparece sin hacer ruido, yo me encargo de lo tuyo y ya echamos cuentas. Nos pasábamos media vida echando cuentas. Todos, en silencio, clavan la mirada en la nuca de Lobo, hasta que desaparece. Entonces, alborotados, levantan los brazos y piden la cuenta. Rápido, por favor. Pagamos y salimos. Paramos en seco: ¿alguien sabe adónde ha ido Lobo Solitario? Me miran y les informo que al Sinsinaty Club, creo. Añado que no sé dónde está, pero es inútil proteger a mi amigo, ya vuelve uno de los colegas de interrogar al camarero. Está aquí al lado, chicos -nos informa-, es una sala de fiestas para mayores de treinta, por eso no la conocíamos. Nadie le rió la gracia, es un tío con muy mala sombra.

El Sinsinaty Club es un local amplio, con dos barras, una frente a otra y una pista de baile en el centro. Mesas bajas, taburetes acolchados en la barra, lamparitas cursis en las mesas, camareros cachas con chaleco negro y camisa blanca para las mesas y camareras treintañeras con camisa blanca y chaleco negro para la barra. Cuando entramos sonaba una canción que nos pareció toda una declaración de principios: 
Búscate a un hombre que te quiera,
 que te tenga llenita la nevera

Nos miramos, nos encogimos de hombros y  pedimos unas copas a la camarera de chaleco negro y camisa blanca. Mientras esperábamos, inspeccionamos cada rincón de la sala en busca de nuestro colega y de la muchacha de los Remedios. No los vimos. Detuve a un camarero cachas y le pregunté: usted disculpe, caballero, ¿no habrá visto a un muchacho que no es de aquí con una muchacha de los Remedios? Entienda usted, señor -contesta-, que la discreción en este trabajo es más importante que una buena propina. Alguien sacó 20 € y se los dio al camarero: ¿Ve usted la cortina de aquí al lado? pues no puedo decir más. Y se marchó con los veinte euros. Las siete u ocho cabezas que eramos, una por colega, se asomaron a través de la pesada cortina de terciopelo rojo. ¡Allí estaban!, nuestro colega y la muchacha Cara de Ángel, como la llamaba nuestro amigo. 

Volvimos a la barra y nos miramos. La música habia cambiado.



¿Lo dice alguien o lo digo yo? Otra pregunta retórica, claro. Hablé: seamos prácticos. Sabemos que Lobo Solitario es un pedazo de pan que ya no puede seguir soltero, de manera que si no le echamos una mano se le va a escapar la muchacha cara de ángel y nos va a dar la coña durante meses ¡Chicos, hay que darle un empujón! Y se me ocurre algo. Fue al ver a un antoñito, así llamábamos a los chinos que venden flores es los Sinsinatys Clubs de Sevilla; en Córdoba son rafaelillos y en Málaga, manolillos. Le hice una señal: Antoñito, ven pa´cá; a ver, cuánto. Tles eulos una flol. ¡Joder, cómo se ha puesto Sevilla! Pero a ver hombre de dios, ¿nos ves cara de trabajar en la diputación o qué? Además -y modulé una voz cautivadora que reservo para las negociaciones más difíciles-, no hablo de una flor, quiero la plantación. Te doy 30 euros por todas las rosas. Después de un duro toma y daca, lo conseguí por cuarenta euros. Mientra que yo negociaba con Antoñito, el Bienplantao, un sesentón con el billetero a reventar y aspecto de cuarentañero, trataba con la camarera: nunca hablo de dinero, señorita. Lo que quiero que haga es tikar el importe, pasar la VISA, traer la botella de champán con dos copas, llamar a un camarero y tener preparada la música que yo le indique. Por ese orden. Se giró y me miró: Javi, ¿antoñito está listo? En perfecto estado de revista y esperando ordenes, le contesto. 

Cambia la música.


 

Allá que van. Delante el chino con el ramo de rosas rojas, y a dos pasos el camarero cachas llevando una bandeja con la botella de champán y las dos copas. El chino, con una reverencia, le ofrece el ramo de rosas a la muchacha de los Remedios. Antes de que ella reaccione, deja paso al camarero que sirve con mucho protocolo y un pelín de sobreactuación -bandeja sostenida con una sola mano y servilleta blanca en el antebrazo, la otra mano en la espalda, gesto serio pero amable, ligera inclinación hacia delante, distancia justa, ...-, el champán empezando por la mujer. Tal como habíamos calculado, la muchacha se repone de la sorpresa cuando el camarero le está sirviendo la copa y pregunta la bobada esa de "¿y esto?" El camarero, que además de cachas era un pedazo de profesional, cumple con nuestras instrucciones y gira levemente la cabeza señalando a nuestro colega al tiempo que finge una sonrisa pícara.

Y hasta aquí, que me he alargado demasiado y esto de los post es de léeme en un plisplas. La historia continua. Otro día.


Hablando de Sevilla y de sus mujeres

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sábado, 23 de junio de 2012

La Noche


Con el vídeo que espero estén oyendo, queda demostrado que la noche de San Juan se remonta al principio de los tiempos. Y aun antes, que para eso es una noche mágica.
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Si deciden `samjuanear´ no olviden rodearse de buena gente, incluso de amigos. Y sobretodo, lleven fuego en el alma. De noche, con las brujas, vuelquen el fuego en la arena y rodeenlo. Dancen a su alrededor, salten sobre él y dejen que consuma lo malo y purifique su alma. 
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Sobre la arena, vuelque el fuego sobre la arena de la playa. Si no tienen una playa a mano (¿cómo puede haber pueblos sin playa?), recuerden que Alicante también existe. Metan sus pies en el mar y formulen sus deseos. Créanme, los deseos se cumplen. Si por un casual tienen deseos pendientes desde la última noche de San Juan, les digo porque lo sé que no es la magia la que ha fallado. Inténtenlo de nuevo con más fuerza y más convicción. Comprobarán que este año sí. Se cumplen.
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Y así hasta el nuevo sol, que se asomará tímido para relevar una la noche mágica de agua y fuego. Y si se fijan, hay un instante en el que coinciden los cuatro: fuego, agua, noche y sol...dejando caer una lagrimita, porque, como me dejó dicho Candela -bloguera mediterránea y  brava- en un comentario... después de esta noche, ya todo es rutina.

¡Feliz Noche de san Juan!

jueves, 14 de junio de 2012

La bandera, pero

Goran llegó a España hace dos de años, por los mundiales. Hizo escala en el Búho Bizco camino de la Costa del Sol, donde iba por asuntos de la mafia. Con la ayuda de un par de gintonics cimentamos una amistad que los tiempos no han conocido. Desde entonces han pasado muchas cosas: ha viajado por todo el país, ha cambiado de negocio, ha probado las tapas, el jamón y la manzanilla, se ha empapado de alma española y sobretodo ha conocido a Margarita Ricchi. Ya no quiere ser un guiri. Pero.

Explícame otra vez lo de la bandera, amigo Jota, me dice desconcertado. Y es que el albanokosovar, un tipo duro que ha visto de todo en esta vida, no acaba de entender el juego de banderas que nos traemos en este país. Hace dos años, recuerda, me dijiste que la bandera es el símbolo de un equipo de fútbol, el España Fútbol Club, y me lo creí un rato de tiempo. Es cierto que se le dije. Una chanza entre camaradas de gintonics que poco después me ocupé de aclarar. Pero.


-Verás, Jota, después de que el España Fútbol Club ganara a todos los equipos del mundo en Sudáfrica, dejé de ver banderas en los balcones y en los bares. Ya sólo estaban en donde la policía y los guerreros. Y cuando el rey viaja con la reina. Pero.

No me digas más, le interrumpo, las vuelves a ver. Me dice que sí, pero que menos. En estos detalles es cuando se comporta como un guiri, quiera o no. Tomo un sorbo de gintonic para refrescar la garganta y le explico lo que todo español con cuatro telediarios sabe de corrido. 

-Verás, Goran, a pesar de esa hermosa leyenda según la cual los españoles somos espontáneos,  apasionados, volcánicos y que estallamos como un castillo de fuegos artificiales en noche de San Juan, la verdad es otra. Nos movemos a golpe de alfilerazo en el culo, inventamos las tapas porque somos indecisos, a los toros vamos cuando el cartel es seguro, somos del madrid o  del barsa para evitar sorpresas, pagamos los recibos el último día y los cobramos pasados el último día. Te digo, amigo Goran, que si el España Fútbol Club va ganando partidos y se acerca a la final, las banderas saldrán de los baúles, decorarán los bajos de la tele en los bares y lucirán en todos los balcones de España. Los españoles, ya ves, somos más bien pausados. Vamos pasito a pasito.

Me mira, gira la cabeza, la detiene en la espalda de Lola que está preparando cafés, sigue el barrido hasta tropezar con la mirada de Margarita Ricchi...En cambio, piensa en voz alta, las españolas sí son de leyenda.

-¡Falso, Guiri, falso! Las españolas, racata-plán, son tan auténticas como el calor en agosto y el frío en iinvierno. Lo que es una fantasía son los símbolos nacionales.

En cuanto me deje el albanokosovar voy a rebuscar en un viejo baúl donde guardo la bandera, y si llegamos a la final limpiaré los pliegues de carcoma y la izaré orgulloso. Un orgullo que dura lo que duran las noticias de deporte. Pero.

miércoles, 6 de junio de 2012

Junio, el principio



¿No les resultan unos meses más simpáticos que otros? ¿No tienen ustedes un mes que es "el mes", su mes? Eso me pasa a  mi con junio. Mi mes.

No tiene el brillo de mayo, con los ecos de abril y las ferias de primavera. No trasmite el agobio de marzo huyendo del frío ni el relajo de julio a las puertas del agosto vacacional. Es un transito entre la primavera y el verano. Un puente y poco más. Poco más, ¡ya!; eso dicen quienes no lo conocen. Convencionales...

Que lo sepa todo el mundo: Junio puede brillar hasta cegar a mayo, puede bailar más alegre que un abril, ser más cálido que julio y más divertido que un agosto. A festero no hay quien le gane, a luz...¿hay en el calendario días con más luz que en junio?. En junio rompe la sardina, aparecen naturales  las frutas de verano, repasamos los gazpacho y las ensaladas. Es limpio.

Y tiene climax: la noche mágica.

domingo, 3 de junio de 2012

¡Mijas independiente!

Iba a hablarles de junio, el mes, por ir calentando la noche mágica, ¡pero maldita sea!, se me ha cruzado una noticia aburrida de cohones. Una de esas noticias que son un quite para los gravesmomentosporlosqueatravesamos. Dice: la mitad de los municipios de Cataluña apuestan por separarse de España. ¡Ea!

No soy catalán, vivo más al sur. No lo suficiente, porque  lo que a un servidor le gustaría es ser un jubilado noruego, colocarse unos calcetines blancos con sandalias y vivir en Mijas pueblo. Pero ni soy jubilado, ni soy noruego ni vivo en Mijas pueblo. Ah, y las sandalias me las calzo sin calcetines. Ya ven, un desastre. Será porque no soy nacionalista, soy normal -o no, yo qué sé-  por lo que no entiendo que unos alcaldes que cobran por preocuparse de sus vecinos, se entretengan alimentando el mito del separatismo mientras que sus jóvenes sueñan con largarse a Alemania. O a Nuruega. Un poner.

Lo más probable es que muchos de esos jóvenes consigan liberarse del pesadísimo y aburridísimo lastre nacionalista y se marchen a Alemania o a Noruega; que trabajen dignamente, formen una familia y que dentro de treinta y cinco o cuarenta años se pongan unas sandalias con calcetines blancos y se compren una casa en Mijas pueblo para marcarse un retiro europeo. Hasta es posible que se monten en los burros-taxis y se acuerden de su melancólico alcalde nacionalista que de seguro aún estará acodado en el mismo rincón de la misma barra del mismo bar y con las misma llantera, que los nacionalistas son de poco moverse y mucho llorar. O se acuerden de ellos, otra posibilidad, visitando el museo de las miniaturas. Por asociación de ideas.


Estoy pensando que quien debería de pedir la independencia es Mijas.

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viernes, 1 de junio de 2012

24 horas con un cilicio

En la carta anterior, Goran nos cuenta cómo aguantó, impávido y gallardo, los envites de la jeringuilla. Hoy, los resultados de los análisis
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Querido Jota (y van tres):

Ya te conté, amigo mio, que mis líquidos fueron donados al laboratorio del Centro de Salud local para que investigaran las razones de mi insultante salud. Pero como la envidia ha llegado silenciosa a éste pequeño pueblo y no hallando lo que me dijeron que buscaban, me citó nuevamente el médico. Nos reunimos en su despacho y me anunció solemnemente que estaba excedido de colesterol del malo y andaba escaso de colesterol del bueno. Yo, no él. ¡Pues vaya capricho! Más pastillas. Y nueva cita.

La nueva cita, amigo Jota, ha sido para implantarme una muñequera en la parte del  brazo donde luzco el bíceps. Brazo izquierdo. La almohadilla, bien sujeta, tiene como misión medirme la tensión, quiera yo o no quiera, cada veinte minutos durante 24 horas. Imagino, amigo del alma, que alguna vez te han tomado la tensión. Efectivamente, te colocan un manguito y lo hinchan hasta que sientes que el brazo te va a estallar. ¿Estás situado?, pues eso mismo cada veinte minutos durante 24 horas, noche incluida. Todo automático, cada veinte minutos. 

El origen de tan radical medida médica es el poco caso que le hice al galeno cuando me ordenó que un enfermero me tomara la tensión. No lo hice y me ha castigado. 

Hoy a las doce del medio día ha terminado el suplicio. El médico -ya nos tuteamos y nos hacemos gracietas- me ha sacado el cilicio.


-Vete, te llamaré en un  rato. Voy a estudiar ésto -en clara referencia al registro de mi tensión

Con la paella en la mesa suena el móvil: es él. Transcribo conversación:




Médico: Analizado que ha sido el informe de la tensión arterial durante 24 horas, he comprobado que no tienes desviaciones importantes...durante la vigilia
Yo: ¡Bien! -exclamo con precipitación
Médico: Pero otra cosa es el comportamiento durante el sueño. No se comporta como debería. -balbuceos, murmullos...
Yo: ¿Eso qué quiere decir?
Médico:- más rodeos, más murmullos...- Por sí sólo poco, pero unido al colesterol y el tabaquismo...
Yo: Dime
Médico: Estás en situación de riesgo.
Yo: Al grano
Médico: En diez años infarto mortal o cerebral
Yo: ¡Coño!
Médico: -silencio-
Yo: Bueno, ¿qué puedo hacer?
Médico: Tú ya los sabes: toma pastillas, deja el tabaco, haz ejercicio, pierde algo de peso, y controla las comidas.
Yo: Y ya no me preocupo por la pensión, ¿no?
Médico: En un par de meses nos vemos.
Yo: Gracias -aún no sé por qué le he dado las gracias-. Nos vemos.

Amigo Jota, ahora me queda investigar el historial del médico en cuestión para saber el crédito que he de darle. 

Sin más, de momento, un abrazo de tu amigo Goran.
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Me preparo un gintonic y miro en silencio cómo la gramola selecciona, click-click,  una canción  en honor de Goran



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