Leo esta noticia y me pregunto que para qué.
Confieso que la manipulación de los dispositivos que traemos de serie me pone nervioso, me da un no sé qué. Que las cosas para lo que son. No sé, digo yo. Pero pensando pensando y echando mano de la memoria, caigo en la cuenta de que hay artilugios que aun usados conforme al manual tienen unos resultados pavorosos. Pongo un caso: la democracia, las urnas, el derecho al voto y las jornadas de reflexión, sobretodo las jornadas de reflexión. Pues hay casos en los que se cubren todas las fases de la liturgia y va y te sale un Hitler. Por eso digo yo, por eso y por decir algo, que la manipulación más peligrosa es la de las intenciones.
Voy al tema: Alterar la memoria borrando determinados episodios de nuestras vidas tiene aplicaciones terapéuticas, dicen o me ha parecido entender que dicen. Borrar de la memoria momentos dolorosos, eliminar de nuestro disco duro imágenes envueltas en tragedia, ayuda a sobrevivir.
Puede ser. Para épocas de bonanza puede ser: tachamos los malos recuerdos y nos quedamos tan ricamente saboreando la paga doble de vacaciones. Es una aplicación.
Otra, la Aplicación B: desvanecemos los buenos recuerdos, aquellos en los que había paga doble por vacaciones o simplemente vacaciones. O trabajo del que `vacacionar´. Se trata de eliminar referencias de tiempos mejores, de evitar comparaciones que provoquen depresiones de las de encerrarse en el sótano con la luz apagada.
No lo duden, en los tiempos que sufrimos, la Aplicación B se la van a quitar de las manos si deciden comercializarla.
(Me han asaltado a la memoria momentos en los que me hubiera venido muy bien la Aplicación B. Con catorce o quince años, o con ambos, interno en un colegio en régimen de semiesclavitud, sufría unas angustias menopaúsicas recordando las vacaciones de Navidad o de Semana Santa que acababa de disfrutar. Miraba el reloj y me torturaba como un imbécil contándome a mí mismo que una semana atrás, justo a esta hora, estaba en el cine con...sí hombre, la rubita ésta...Pero mi memoria no era lo suficiente flaca, y si no recordaba el nombre, me acordaba del color del pelo. Y eso deprime. ¡Lo que hubiera dado por una dosis de Aplicación B!)
Pinchen aquí y conozcan el umbral de la decencia. La corrupción con franquicia. Cosas de Plinio
Puede ser. Para épocas de bonanza puede ser: tachamos los malos recuerdos y nos quedamos tan ricamente saboreando la paga doble de vacaciones. Es una aplicación.
Otra, la Aplicación B: desvanecemos los buenos recuerdos, aquellos en los que había paga doble por vacaciones o simplemente vacaciones. O trabajo del que `vacacionar´. Se trata de eliminar referencias de tiempos mejores, de evitar comparaciones que provoquen depresiones de las de encerrarse en el sótano con la luz apagada.
No lo duden, en los tiempos que sufrimos, la Aplicación B se la van a quitar de las manos si deciden comercializarla.
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